Cuando termines de no pensar en mí,
piensa en tí, en tu circunstancia, en tu reflejo
y en Narciso.
Piensa en peces bajo el aire
y en aves sobre el mar,
piensa en alfileres y conversaciones
y altares a ese Dios que no existe.
Piensa, porque sólo pensando la montaña es tierra,
y sólo en las alturas los sentimientos,
frustrados, te abandonan ante tu falta
de sentido de la extravagancia.
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